El pasado sábado 22 de junio nuestra capilla participó en la vigilia eucarística «Cristo Vive» que el Cardenal Omella convocó como preparación a la gran fiesta del día siguiente (Corpus Christi). Esta vigilia ha supuesto para las capillas de adoración eucarística de la ciudad, co-organizadoras del acto, un acto de confianza y apoyo desde la archidiócesis en la labor que venimos haciendo en los últimos años. La Eucaristía es el mayor tesoro que tenemos los católicos, es el mismo Jesucristo, que está vivo y presente entre nosotros, todos los días, y que nos acompaña en nuestro peregrinar en este mundo.
Desde la adoración perpetua de Santa Isabel queremos darle las gracias al Cardenal por la iniciativa y por habernos permitido participar en este acto histórico. Una adoración eucarística de dos horas en el Templo Expiatorio de la Sagrada Familia, acompañados por miles de fieles, y prolongando la vigilia en la cripta hasta la mañana siguiente.
También queremos agradecer a dos de nuestras adoradores más jóvenes, que dirigieron un maravillosa oración al Señor, representando a nuestra capilla y que reproducimos a continuación. Todo un ejemplo de fe, confianza y abandono en el Señor. Gracias Carmela y María por vuestro testimonio sobre lo que la adoración eucarística ha supuesto en sus vidas.
Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar.
Quiero alcanzar el cielo con tus pasos, quiero hablar palabras con tus labios, mostrar al mundo que tu amor no tiene fin, quiero ser libre, quiero tener fe. Quiero vivir sin miedo a morir. Quiero dudar infinitas veces y en todas ellas reafirmar la necesidad de tu presencia en mi vida. Quiero amar sabiendo que eres Tú quien ama a través de mí. Quiero caer cien veces sabiendo que caes conmigo para levantarme. Quiero tener una vida plena.
Quiero hacer muchas cosas y tengo muchos planes pero sabes, tan bien como yo, que las cosas no salen según mi plan, estoy tan equivocada de la dirección que debe tomar mi vida. Esa es una, de las muchas razones por las que te necesito en mi vida, por las que necesito tener una amistad contigo por las que te necesito como Padre, amigo e inspiración.
Porque sólo hay uno de mis planes que se va a llevar a cabo pase lo que pase. En mi vida voy a amar. Sé que quiero vivir muchas cosas, que voy a tener muchos planes, pero sobretodo sé que quiero vivirlos a tu lado, sé que te quiero como guía, confidente, complice y compañero, sé que todo lo quiero vivir, quiero vivirlo a tu lado, y nunca he estado más segura de nada en mi vida.
Por eso te estoy infinitamente agradecida por la capilla de adoración de Santa Isabel.
Porque esta capilla no sólo es tu casa, Jesús, es la mía. Aquí, contigo, he reído, llorado, pensado, reflexionado, dialogado, escuchado y callado, es un trozo de cielo que has bajado solo para mí. Y Sí, confío, estás siempre a mi lado, lo sé, pero en el momento en el que pongo un pie en la capilla, mi alma descansa, porque estando en el cielo, en tu regazo, se ve el mundo desde otra perspectiva, desde arriba, puedo ver cómo servir, cómo darme por completo y amar hasta el extremo, cuando estoy a tu lado comprendo cómo funciona el mundo y qué me encomiendas hacer, para mejorarlo. Cuando entro en la capilla de adoración, sea lo que sea por lo que esté pasando, sé que al final todo irá bien, y que si no va bien es que no es el final.
Porque me has enseñado a tener fe, a tener la esperanza de que llegue un giro inesperado que nos enseñe algo nuevo, a ver la belleza y complejidad de la naturaleza, a amar sin esperar nada a cambio. La fe son aquellas comidas en familia, pero también las peleas, porque nadie es perfecto, la fe es sonreír aún en la incertidumbre, porque no sabemos cuántas sonrisas nos quedan, la fe es vivir teniendo la duda de si volveremos a despertar. Me has demostrado, Jesús, que la fe no es creer en lo que no puedes ver, la fe es aprender a ver la señales que nos muestran en qué creemos.
La capilla de adoración no es solo la forma de acompañarte Jesús, la capilla de adoración me hace saberme amada, acompañada, querida, mimada, no hay mejor manera de saber que existes y que estarás siempre en mi debilidad, en mi fortaleza, en mi angustia y alegría, en mi enfermedad y bienestar. Sé que la vida puede ser complicada, que le puedo dar muchas vueltas, que no siempre sé cómo manejarla y que a veces me equivoco, pero a tu lado, sé, y tengo la certeza de que podré con cualquier cosa, porque nunca se me presentará nada que nosotros juntos no podamos superar. Y no sé si realizaré los estudios que quiero o de qué manera serviré a las personas con mi profesión, si seré capaz de darme por completo o amar hasta el extremo, pero si algo me ha enseñado la capilla de adoración, es que confío en ti, que estamos juntos en esto y que nunca voy a estar sola, que lo dejo todo en tus manos, porque tú sabes más.
Señor Jesús,
Te entrego mis manos para hacer tu trabajo,
Te entrego mis pies para seguir tu camino
Te entrego mis ojos para ver como tu ves
Te entrego mi lengua para hablar tus palabras
Te entrego mi mente para que tu pienses en mi
Te entrego mi espíritu para que tu ores en mi
Sobretodo te entrego mi corazón para que en mi ames a tu Padre y a todos los hombres
Te entrego todo mi ser para que crezcas tú en mi.
Para que seas tú, Cristo, quien viva trabaje y ore en mí.
Gracias por este trocito de cielo, por dejarme sentar en tu regazo, subir a lo alto de tus hombros, ir de tu mano, llorar junto a ti, reír en tu compañía, amar con tu corazón y soñar tu sueños. Porque no sé muchas cosas, no sé qué será de mi futuro, de mi familia o salud, solo sé que, pase lo que pase, la capilla de adoración siempre será mi hogar.
Gracias Jesús.