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Inauguración de la Capilla de Adoración Perpetua Sta. Teresita – Reial Monestir Santa Isabel

Este jueves 9 de marzo se inaugura en Barcelona una Capilla de Adoración Perpetua en el Real Monasterio Santa Isabel (Capilla de Santa Teresita, C/ Rocabertí, 12), bajo el lema “Un corazón latiendo 24h en Sarriá”. Es la primera capilla de estas características en el área urbana de la ciudad de Barcelona y la tercera de Cataluña (se suma a la del Tibidabo y la de Badalona). Se trata de una iniciativa impulsada desde el Regnum Christi por miembros de diversas realidades eclesiales, y persigue proporcionar un espacio de silencio y para encuentro personal con Jesús 24 horas al día 365 días al año.

En España hay 50 capillas de esta naturaleza. En el mundo, más de 3.000. El funcionamiento se basa en el sistema de los Misioneros de la Santísima Eucaristía, que se dedican a la promoción, organización y puesta en marcha de capillas de Adoración Perpetua por todo el mundo. La capilla permanece abierta todos los día del año 24 horas al día para que las personas que quieran puedan en cualquier momento ir a visitar a Jesús, que siempre está acompañado por alguien. Para que esto sea posible se necesitan 300 voluntarios adoradores. No se inicia la Adoración Perpetua hasta que se han comprometido las 300 personas necesarias.

 

Somos lo que contemplamos

Los voluntarios viven esa hora delante de Jesús como un tiempo para que Dios actúe en su corazón, lo transforme, y lo una más al suyo. La capilla es como un pedazo de cielo en la tierra, donde está presente Jesús vivo. “De una forma misteriosa, al estilo de Dios, el Señor irradia en nuestros corazones su luz y su fuerza, sana y entusiasma, y a través de nosotros, alcanza a todas las personas que encontraremos en nuestro camino, incluso aquellas que no conocemos”, les escribía en una carta a los adoradores el P. Manuel Aromir, LC, uno de los sacerdotes del equipo impulsor de esta capilla de Adoración Perpetua.

“Nuestra vocación cristiana es contemplativa y evangelizadora. Estamos llamados a dar lo que recibimos, a transmitir a los demás lo que contemplamos. ‘Somos lo que contemplamos’. Necesitamos estos momentos de silencio, de escucha, de ensanchar el corazón, de purificarnos, de convertirnos… Solo así podemos ser sal de la tierra y luz del mundo; solo así aportaremos a nuestra familia lo mejor de nosotros mismos; sólo así haremos algo relevante para mejorar nuestra sociedad y hacerla más cristiana. Si estamos a la escucha, si nos dejamos llenar de su luz, el Señor suavemente nos irá suscitando en el corazón nuevas formas de acción evangelizadora y de caridad”, concluye el P. Aromir.